Datos personales

martes, 12 de septiembre de 2017

A veces yo no logro entender la manera de actuar de las personas que conozco

hoy hacen   y dicen cosas que hieren a personas que aman
tratan de remediar “el daño” <> (creen q con un perdón basta) y dicen-
no volverá a suceder, hasta lo juran, - pero,
luego pasan unos días y sigue pasando lo mismo.
Hacen que las personas que estamos a su alrededor nos acostumbremos a su terrible
comportamiento (error, la costumbre y la rutina son lo peor) ......

Tampoco comprendo a las personas que viven el presente, recordando el pasado.
No lo hablan, pero, lo traen en la mente, y lo peor es que no lo aceptan
se niegan a usar el pasado como trampolín para mejorar un bello futuro...
sin embargo, lo usan como sofá para descansar en el presente, sin darse cuenta de que el tiempo
pasa frente a sus ojos, no para, se burla de ellos…hiriendo a las personas q los aman.

Tampoco comprendo a las personas que ante el mundo muestran tener el control absoluto
de toda situación, que nunca se han equivocado (eso creen), con una respuesta para toda pregunta
son cultas, con un coeficiente de 170 (aja, se reduce a -100)
siempre tienen una sonrisa, una palabra de aliento, el tiempo y un consejo para el amigo,
la solución para un problema x, de quien sea.  Aparentan una felicidad absoluta y el manejo -
total, de su vida
que hace pensar a cualquiera que los conoce
que viven felices…la verdad es que son unos cobardes, ignorantes, con un ego
más alto que la torre Eiffel, que viven sin vivir, les da miedo las responsabilidades
les da miedo el futuro, suelen ser orgullosos, y necios
dicen que su destino es vivir solos, pero al final, la verdad es que nadie los aguanta
lo doloroso y lamentable es que dejan que los ames, los conozcas, y ya que descubres su verdad
creen que no los mereces...

Tampoco comprendo a las personas que mienten para no hacer daño con la verdad.
No he logrado a mis 40 y tantos años comprender a los que dicen omitir para no herir o para no hacer
daño…lo que esas personas no se dan cuenta es, que se mienten así mismos, porque a la persona que creen que le mienten
no la engañan, la persona ya lo sabe!!!! por qué?? porque son tan pendejos que no se dan cuenta que
su comportamiento y actitud los delata

Tampoco comprendo a las personas, mediocres, conformistas y orgullosas
a las que creen que ya lo han visto todo y aún no han visto nada.
Tampoco comprendo a las personas que venden la piel del oso antes de cazarlo
Tampoco comprendo a las personas que ven como el mundo se les derrumba
y no hacen nada, más que sentarse a llorar (débiles, inútiles)
Tampoco comprendo a las personas que se reprochan y lamentan por lo que no pudieron hacer
y viven diciendo, (ilusos él hubiera no existe).
tampoco comprendo a las personas que lloran por lo que salió mal, mejor que rían por lo que estuvo bien.

Lamentablemente así hay muchas personas, hombres y mujeres, que conozco, que les gusta vivir bajo

estos mantos estelares opacados por las nubes grises de su existir.

sábado, 8 de julio de 2017

El Inevitable andar del ¨TIC-TAC¨

El Inevitable andar del ¨TIC-TAC¨
Uno de mis pasatiempos favoritos, es el escuchar música, si buena música.
Entre muchos grupos y artistas, un día escuchando canciones viejitas me encontré una carpeta de Pink Floyd.
Y al escuchar la de “TIME” me puso a reflexionar.
Desde aquella primera vez que la escuche en un discman, hace unos buenos años.
Una parte de la canción dice, o más bien advierte.
“EL SOL ES EL MISMO DE UN MODO RELATIVO; PERO TU ERES MAS VIEJO, FALTO DE ALIENTO Y CON UN DIA MAS CERCANO A LA MUERTE”
Esa frase, esa sola frase me causo un gran impacto, en verdad dure repitiéndola en mi cabeza, con una frecuencia ridícula.
Durante la juventud la madures se antoja lejana, hay tiempo para mirar la nubes, pasar y hasta darse el lujo de repetir años escolares, el mañana es vasto y muy pero muy lejano.
En el “mañana” hay tiempo para ser responsables, tener hijos y equivocarse más de una vez.
Pero el instante actual es único.
“El Tiempo Implacable, El Que Paso”, dice Pablo Milanés, sobre los segundos que jamás se detienen.
Es esa energía perdida, que jamás será recuperada, nadie puede detenerla.
Y esa es una de las características que compartimos, con todo ser en este mundo, desde el mas multimillonario del planeta, el presidente más poderoso, el o la artista más guapa y cotizada, tanto ellos como nosotros somos incapaces de detener el “TIC-TAC”.
Es por eso que nuestros padres, maestros y guías de todo tipo, nos advierten sobre el peligro de nuestras pequeñas “pérdidas de tiempo”, hay una edad para cada cosa pensamos.
Y nos volvemos paranoicos de tirar las horas a la basura, con cada actividad ociosa.
Pero la verdad es que cualquier momento es bueno para comenzar algo, o retomar proyectos y nada de lo que hacemos es necesariamente inútil, si sabemos sacarle provecho.
En mi caso las incontables horas que he pasado viendo la ciudad y su gente, conectado a mis audífonos, me llevan y me han motivado a seguir el camino, a seguir estudiando, para poder obtener los conocimientos y capacidades para poderlas explotar constantemente.
Mi momento pudo llegar a mis 15 años o a los 40.
Si parece que “tu tiempo” ha pasado ya, piensa lo importante que es continuar con los intentos, no precisamente es el punto de tu vida en el que te encuentras.
Quienes piensan que el matrimonio se les ha escapado a los 40, podrán tomar siempre como referencia, a aquellos que se casaron a los 18 y tuvieron un fracaso conyugal monumental.
Quienes prueban sin éxito en diferentes campos antes de encontrar lo que realmente les apasiona, consiguen un nivel de experiencia envidiable, no hay reglas, “el tiempo es el mismo”.
Al equilibrarnos conseguimos un nivel de astucia y atrevimiento, claro hay factores como estigmas sociales y tedio emocional pero.
Los segundos seguirán avanzando.

Nosotros debemos aprovecharlos, tengamos 12 o 87 años, por que recuerden el “TIC-TAC”, NO SE DETIENE.  


¿Cuándo fue la última vez que sentiste algo por primera vez?
Casi ha pasado un año desde casi todo y desde casi nada. El tiempo no cura nada. El tiempo es tiempo. Es la vida la que te enseña a suavizar este arresto domiciliario, esta sensación constante de libertad condicional. Este me falta. Este me arrepiento. Este sonrío. Este me alegro. Este porqué. Este cuánto queda. Este cuánto falta.
Cuando eres consciente de tu propia existencia, es precisamente cuando desaparece de la Tierra la otra persona. La más importante. Para entonces ya has aprendido que tu cuerpo está ocupado por una inestabilidad climática interior, flexible y moldeable, que se aterroriza cada vez que piensa en eso, en el tiempo. Pero que convive con él. Y juega. Moverte, emitir luz, conectar, tocar, para que nada de lo que esté en las sombras (y allí permanece), te ataque.
Cualquier momento, es un buen momento. Cualquier lugar, es un buen comienzo. Cuando estás cansado después de un largo viaje, vuelves al punto de partida. Pero es entonces cuando lo reconoces por primera vez. Empezar siempre desde donde se esté. Aquí y ahora. Y no parar. No sentirme triste. Hacer porque todo aquello que merezca la pena, ocurra. Luchar. Y que nada importe de los demás, salvo los demás. Y que todos se salven de vivir muriendo. Y que nadie se salve de sentir.
Es angustioso pensar que casi cualquier cosa, casi cualquier persona, es interesante. El encanto de los seres que sienten y dudan. Dar paseos por las ciudades te ayuda a mirar con todos los ojos que tienes. Y ves cómo el cerebro es capaz de mezclar las cosas que ama. El pasado con la imaginación. Sentir que aún está vivo. Y que aún sonríe con todo lo que hago y digo. El Universo es aquel lugar infinito al que contemplamos sólo desde lo que hemos aprendido a ver. Cuanto menos sabes de algo, más cerca estás de inventarlo.
He aprendido estos días, que el desamor con uno mismo es común, duro, solitario, grave. Lo curioso es que la reconciliación va siempre acompañada de querer seguir preguntando, en vez de querer responder. Llevas toda una vida sin saber quién eres. Y nada de lo que ahora ves hecho, se podía hacer. Hasta que se hizo.

He aprendido que una vida se alimenta del misterio de lo ausente. Que hay algo mejor que desear las buenas noches: Hacerlas. Que el silencio es ese grito de tristeza, ese trago inconfesable. Que llega. Siempre llega. Y también se va. Y que no hay que dejar de preguntarse: ¿Cuándo fue la última vez que sentiste algo por primera vez?

Un blog sencillo

Hace casi 8 años que tengo este BLOG es ‘algo sencillo’. Y así quedó.
El otro día me preguntaron porqué sigo teniendo un blog que apenas actualizo, y no supe qué contestar. Así que entré y me puse a leer. Leerme. Leeros. Leí trocitos de mis 39 años, pedazos de mis 41, de mis 43 y así hasta llegar a hoy. Leí sobre cómo me alegró la felicidad de otros, sobre cómo me entristecí cuando no me quisieron, sobre cómo me rompí en pedazos cuando se me derrumbo mi negocio. Sobre cuando viajé, cuando volví, cuando conocí a personas maravillosas. Sobre cuando fui un completo desconocido para mí. Sobre cuando aprendí a perdonarme, a mirarme las heridas, a quererme un poco más. Leí comentarios, de mis amigos, de mis desconocidos favoritos. Me leí crecer, me leí caer, me leí levantarme otra vez.
He recordado cuántas veces he acudido aquí cuando lo he necesitado. He recordado con ternura sobre aquella vez que desayune, comí y cene en la cama mientras escribía, del dolor que me producía sentir tanto dolor, del dolor que me producía seguir vivo.  Recordé también las veces que me he despertado en medio de un sueño maravilloso y he encendido la compu corriendo para ‘no olvidarlo’. Las veces que he escrito con tantas ganas lo que deseaba, que finalmente se ha cumplido. Las veces que he escrito aquí porque estaba demasiado triste. Las veces que he dejado de escribir porque estaba demasiado triste. Las veces que he escrito aquí porque me sentía feliz. Las veces que no he escrito aquí porque he sido demasiado feliz.

Los post largos, los post cortos, las historias sin sentido, las respuestas cargadas de emoción. He recordado lo encantadoramente sencilla que es esta jodida vida y porqué sigo teniendo este blog: Porque soy yo.

Escuchar, parar y pensar sirven para entristecer

Si te descuidas, los domingos el espejo realiza su particular venganza sobre ti y te muestra tal y como te sientes.
¿De verdad faltan el espacio y el tiempo? Hace tiempo que estamos tan ocupados que no pisamos la tierra, que no tocamos la tierra. Hace tiempo que no tenemos tiempo para nada, salvo para auto-alejarnos de cualquiera que esté cerca. Incluso estando presente, estamos ausentes, ensimismados en nuestras conexiones. Y me niego.
‘Escuchar, parar y pensar sirven para entristecer’. Algo así escuché el otro día. Y me niego. Puede que ninguna de las tres sean útiles, puede que no sean productivas. Pero si sirven para encender algo de lo que llevamos dentro, para disfrutar de una caricia o de una mirada que vive en tu memoria o que ahí está, me vale. Me encantaría que la obsesión por “ser productivos” fuera sólo la de “trata de sentir más todo, aunque sea menos práctico’. Muchas veces cuando me caigo, en lugar de darme la mano para verme levantar, me gustaría que bajaras aquí para besarme. Sin más.
Hay que escuchar, parar y pensar. Es una lección que me enseñó mi padre.  Hacerse un poco más de caso para poder hacer caso a los demás.
Me encantaría que mis seres queridos nunca se sintieran solos. Y que mi madre supiera lo mucho que la admiro, lo mucho que me da, lo mucho que la necesito y amo. Igual que todo lo que mi padre me ha enseñado e igualmente lo admiro y lo amo. Tus padres, los ves por delante de ti. Y te pasas toda la vida corriendo para alcanzarlos. Hasta que paras y caes en que siempre han estado ahí, por detrás ti, observando con cariño cómo avanzabas. Con los brazos abiertos para ser el colchón donde caer.
Entenderse es algo lento y lleno de sombras. Si te descuidas, los domingos el espejo realiza su particular venganza sobre ti y te muestra tal y como te sientes. Y puede que lo que veas sea sólo una gran sed de felicidad. 
La única cosa que queremos decir, es la única cosa que no decimos.

No es verdad que a veces somos tan tímidos en expresar a la persona que amamos, el amor que sentimos?


La soledad (de antes)
A partir de los cuarenta te acompaña esa sensación constante de cuerpo de old man en cabeza de joven y al revés. Vas en busca, irremediablemente, de aquellos sitios en los que un día fuiste feliz, pensando en que allí te estará esperando aquella misma felicidad. Y sí. Pero no. La inmediatez silenciada que nos rodea, la del filtro del sarcasmo constante, la de la interactividad frenética, la que no quiere(s) dejarte a solas jamás, a veces tiene esos momentos de inesperada honestidad contigo mismo. Como en cualquier pesadilla, suele empezar por una interrupción total de las comunicaciones. Obligándote a enfrentarte a ti contra el monstruo que supones tú mismo.
Estos días me he acordado mucho de cuando era un inconsciente. No es que ahora no lo sea. Pero a los 15 era, probablemente, uno de los adolescentes más insolentes y egocentristas de mi escuela y del barrio. Cuando digo insolente me refiero a lo que hoy se conoce como nerd. Sólo que los nerds de antes estábamos solos. Hoy los nerds se juntan y forman pandillas nerds que hacen cosas nerds. Siempre que los veo me dan mucha envidia. Pero también estaba pensando en que cuando me pasé más de un año solo, encerrado en mi soledad, me divertí mucho. Y no hablo de una soledad como la de ahora, con el móvil e internet en la mano. Hablo de una soledad real, en la que estabas sólo tú contigo y te divertías mirando páginas aleatorias de la enciclopedia de tus padres. Mirando cómo hacían filas las hormigas. Mirando cómo tu madre cocinaba. Viendo fotos. O sólo mirando al cielo, mucho rato. Sin hablar.
Me acuerdo que el año de mis 15 fue un año jodido. En ese año todos los chicos de mi edad jugaban algo yo tenía una rodilla quebrada. Mis amigos se hacían la pinta, salían a ligar y dejaban de jugar al fútbol. Yo me sentía fuera de lugar. Imagino que como todos los niños de 15 años. Pero yo tenía un montón de yeso en mi pierna. Y no lo pasé muy bien. Y estuve muy solo. La soledad me ayudó a tener fe en algo. No sé muy bien en qué. Quizá en mí.
Qué caro se ha puesto esto de estar solos ahora. Porque vale que nadie nunca nos va a devolver el dinero. Pero estaría bien, que alguien, alguna vez, nos devolviera la fe.
Y sí. Sigo siendo una maldito insolente egocentrista que disfruta de estar solo aunque haya aprendido a usar la soledad a la mala.


viernes, 7 de julio de 2017

La superficie de los 40s
No utilices las palabras para la gente que jamás está dispuesta a responder: Utiliza el sarcasmo; alguna vez lo escuche por ahí, de alguien que lo utilizaba más que frecuentemente.
Y me lo tome sin saber muy bien lo qué quería decirme. Me ocurría mucho eso con él. Y recuerdo que nunca le preguntaba detalles porque no quería que pensara que no lo había entendido. Entonces él me miraba con esa cara de ‘sé que ahora no lo has entendido, pero lo entenderás’. Y de pronto llegaba el día en que lo entendía. Jódete y hazlo.
Y es como si con 20 años te dicen que lo mejor de tu vida está por llegar y te lo crees.
Los cuarenta años me transportan en muchas ocasiones a los veinte. Los cuarentones no dejamos de ser un montón de gente cambiando (sin querer) un montón de hábitos al mismo tiempo. Vamos, un caos en el que te acabas riendo de ti mismo la mayor parte de las veces. Vivimos como soñamos, sin saber mucho de nosotros. Como una regresión a un romanticismo rabioso, pero desde el que ya hemos conocido el aburrimiento, el colesterol y el echar de menos a alguien de verdad. Dejas de preguntarte para tener que dejar de responderte. Utilizas un poquito más y mejor el sarcasmo. De pronto, te descubres con cierta tendencia a buscar la felicidad.
Y a veces, con poquito de suerte, también la encuentras. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

Banksy
“Yo opino que Banksy en sus obras refleja en su espectacular estilo callejero sarcasmo, humor, crítica social, política, económica, ambiental y educativa pero sobre todo temas en imágenes que impactan”.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

upsssss

UpSsSsSsSs.
Mirando mi reflejo y no siempre en un espejo, y vaya que uno puede verse en miles de lugares; comienzo a verme y me comento a mí mismo. Esto que tengo no creo que sean arrugas. O sí ?. Quizá esté empezando a arrugarme. Al fin y al cabo todos nos estamos muriendo. En mayor o menor medida. Es importante no olvidarse. Sobre todo y especialmente de lo de antes. Pero valorar lo de hoy, lo importante, lo que esta, lo tangible. Tengo las manos llenas de cicatrices del tiempo. Bueno y no solo las manos. La Mente ya no es la misma, tiene mucha información una muy valiosa otra más sin importancia. Es muy bonito ver cómo se cambia. Como todo cambia. Como nada permanece. Pero en ocasiones, no le damos el valor a lo que tenemos en este momento preciso y como ya lo dije todo cambia, nada permanece. Valoremos lo que tenemos, El Amor,El Trabajo, La Familia,Los Amigos. Y Bueno ya viéndolo bien creo que si son arrugas.